
La Sociedad de consumo se ha convertido en un tema de discusión en muchos círculos, pero más allá de hacer señalamientos sobre quién o quienes son los culpables, este tema merece ser examinado con mayor detenimiento:
Primero que todo, hay que tener en claro que consumir es un acto individual transformado en un fenómeno social, producto de la industrialización acelerada de la era moderna (capitalismo) y del bombardeo publicitario que a través de campañas de marketing que recibimos día a día ha desencadenado una de las mayores crisis socioculturales de los últimos tiempos. Y pese a los señalamientos que se hagan unos con otros, debemos aceptar que TODOS SOMOS CONSUMIDORES en mayor o menor grado. De igual manera, la publicidad de las multinacionales en su afán de alcanzar nuevos mercados, ha utilizado el poder que tienen con los medios de comunicación y se ha encargado de enviar constantes mensajes al consumidor con el objeto de orientarlo, persuadirlo y venderle un modo de vida: “Esto es lo que Usted necesita para que su vida sea mejor”. Efectivamente, ésta es un arma tan eficaz que logra ejercer un efecto inmediato creando nuevas necesidades etiquetadas bajo el nombre bienestar, precediendo incluso las necesidades básicas trayendo como consecuencia un cambio en la escala de los valores colectivos y personales.
En segundo lugar, es innegable que el consumo masivo ha contribuido al crecimiento económico de todas las naciones, especialmente las del primer mundo (20% de la población mundial) mejorando la calidad de vida de sus habitantes. No obstante, es importante destacar que la brecha que existe entre éstos países y los subdesarrollados sigue ampliándose cada día más, debido a que los países más pobres no cuentan con la maquinaria tecnológica suficiente ni el poder adquisitivo para competir al mismo nivel. Y no hay que olvidar tampoco, que el desarrollo acelerado de la sociedad actual ha tenido un impacto catastrófico en el medio ambiente: la principal víctima de la “globalización”; dado a la explotación los recursos naturales de forma irresponsable y ambiciosa, causando un desequilibrio con resultados nefastos para la humanidad al provocar fenómenos naturales nunca antes vistos, dejando a su paso destrucción, miseria y muerte.¡Progresar nunca había sido tan peligroso!
Asimismo, las nuevas dinámicas que se presentan en las relaciones humanas, que se han visto tan alteradas, que incluso la personan se casan por Internet sin ni siquiera haberse visto, tocado u olido. Supuestamente estas nuevas costumbres tienen como finalidad conectar y unir, pero en muchos casos lo que ocasionan es un aislamiento más severo a causa de que los individuos pasan mucho más tiempo “conectados” a sus computadoras, que con sus familias o amigos. Y si nos ubicamos en el ámbito local, nuestra ciudad no ha sido ajena a este fenómeno, especialmente por la obsesión de la juventud paisa con la moda y con el culto que ésta le rinde al cuerpo. La influencia de la cultura pop, los círculos sociales, quienes han establecido unos cánones de belleza predeterminados, ofreciendo imagen distorsionada de cómo deben ser, cómo deben lucir, que ropa deben usar, especialmente entre los adolescentes que están en pleno proceso de formación y descubrimiento de su propio ser.
Finalmente, en un mundo donde la nueva religión es el dinero y el valor de las personas se basa es en él, sería utópico pensar que pronto reflexionaremos; ya que vivimos en medio de un mundo intercomunicado, acelerado y globalizado, donde gastar y gastar para acumular cada vez más (¿residuos, basura?) es la prioridad; es por eso que me atrevería a decir que es muy poco probable que los consumidores recobren la razón, ya que somos las reces que van directo al matadero y esto apenas es el comienzo. Sin embargo, tengo el presentimiento que lo peor está por venir…
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