
La redacción bien estructurada
Por Carlos Verdecia (director de Newsweek en español. Fue director de El Nuevo Herald de Miami durante cinco años.)
De nada serviría el talento periodístico si este no fluye ágilmente por los canales de una operación noticiosa bien estructurada. En vano el reportero hurga entre documentos y acopia su información de fuentes confiables y creíbles y luego la escribe, hilvanando sus mejores frases y oraciones, si su prosa termina trabándose en cuellos de botella y es incapaz de llegar al lector a tiempo y en forma. Una buena parte de la efectividad de un periódico radica en la agilidad de su sala de redacción. Y esta agilidad solo será factible si se cuenta con una estructura por la que la información transcurra continua, fluida e ininterrumpidamente.
Claro que existen periódicos que, a pesar de no contar con una estructura adecuada, cumplen su hora de cierre y entregan un producto a sus lectores. Pero cabe preguntarse: ¿Cuál es resultado en términos de calidad? ¿Corresponde su contenido al esfuerzo extraordinario de sus periodistas? ¿O tendrá por resultado una versión mediocre y mediatizada de lo que el mismo esfuerzo habría podido lograr?
Publicar un diario es una tarea de equipo. Generalmente son los reporteros y fotógrafos quienes firman su trabajo en las páginas, pero no es menos importante lo que hace una legión de otros periodistas cuya contribución es acaso menos notoria, aunque no menos notable.Entre estos seres anónimos están los editores. El vocablo editor es objeto de confusión, no solo en el significado de la palabra –a lo cual ha contribuido su traducción del inglés–, sino en la comprensión de lo que hace un editor en cada una de las acepciones del término.
En Estados Unidos y en casi todos los países de habla inglesa, el editor, así, a secas, es el director del diario. Cuando se le pone apellido –editor internacional, editor de deportes, editor local, etc. –, lo que se describe es la posición jerárquica desde la que se ejerce supervisión sobre un área de cobertura periodística. Existe, sin embargo, el editor de mesa o de copia, cuyo trabajo es precisamente editar textos redactados por otras personas, sean estos firmados por reporteros y columnistas propios o contratados, o suministrados por agencias de noticias. En tanto que la responsabilidad de los editores jerárquicos es tomar decisiones sobre qué información incluir en las páginas, por qué y cuándo, la de los editores de mesa tiene que ver con el cómo.
Visitemos el concepto de editar textos. La mayoría de los diarios latinoamericanos no tiene estructurado este concepto en sus salas de redacción. Al menos, no en igual forma como está entronizado en Estados Unidos, donde se parte de la premisa de que todo texto necesita revisión, no importa cuánto talento literario tenga quien lo haya escrito. “Cuatro ojos ven más que dos”, reza el viejo adagio. De esto se trata.
Si el texto no presenta problemas sintácticos, ortográficos, de puntuación, etc., desde luego que no se le altera una jota. Sin embargo, el editor de mesa debe también procesar el texto para hacerlo conformar con el estilo del diario; le añadirá especificaciones electrónicas para asignarle elementos tipográficos y el ancho de columna que tendrá la página; adaptará su extensión al espacio asignado al artículo; lo titulará siguiendo los dictados de la diagramación; decidirá cuáles fotos o ilustraciones utilizar, según sea el caso; escribirá los pies de foto, y, si el artículo va en primera plana y el diario acostumbra continuar sus piezas en las páginas interiores, marcará electrónicamente las líneas de salto, número de la página, entre otros.
Sin la participación del editor de mesa, estas tareas quedarían sin hacer, o tendrían que realizarla otras personas. Lo primero afectaría la calidad del contenido; lo segundo atrasaría el trabajo considerablemente pues obligaría a otros empleados a descuidar su tarea principal y dedicarse a realizar otra que le puede resultar ajena.
En la mayoría de las redacciones latinoamericanas, por ejemplo, se obliga a los reporteros a escribir títulos y pies de foto, lo que sobrecarga su atención y desvía su concentración del artículo que ha reportado y está escribiendo. Hacer esto es negarle a la titulación su carácter de especialidad. Titular es una función muy respetada en el giro periodístico en Estados Unidos. Apretujar la esencia de una noticia dentro de un espacio limitado, utilizando escasas palabras que a la vez apelen al lector desde la página, es una tarea que demanda talentos especiales. Se la disminuye injustamente cuando se la añade como un apéndice a otra tarea de características distintas.
Igualmente grave es que los artículos vayan a la prensa tal como los ha escrito el reportero, sin la revisión profesional y la perspectiva noticiosa de un editor. Si bien es cierto que hay reporteros tan experimentados y talentosos que apenas requieren cambios en sus artículos, existen otros más novatos y menos desarrollados que sí necesitan una revisión exhaustiva de sus textos. La profundidad de la edición debe decidirla el editor de mesa, quien por lo general es alguien que ha sido reportero y ha llegado a esa posición por sus credenciales de escritor y su amplia experiencia periodística.
La edición es, pues, un elemento clave en la operación de una sala de redacción. Sin ese estrato en la estructura –vale decir, sin ese eslabón en la cadena de procesamiento de la información–, el contenido del diario resultará defectuoso, y no se cumplirá el objetivo de todo proceso informativo de maximizar la cantidad y actualidad de noticias en tensa lucha contra el reloj y el momento del cierre.
La organización
¿Cómo debe organizarse una sala de redacción y cuáles serían los puentes que deben transitar ágilmente la información para llegar a la sala de prensa con el máximo de actualidad y el mínimo de errores?
Debe, desde luego, existir una división por departamentos o secciones que reflejen los diferentes cuerpos del diario. Una redacción normal tendrá secciones de noticias locales, nacionales, internacionales, de deportes, de crónicas sobre entretenimiento y estilo de vida, de opiniones, de secciones especiales como viajes, modas, gastronomía, etc.
No solo se cumple así un sólido principio organizativo, sino que esta división permite que cada sección produzca sus propias páginas independientemente. Aquellas secciones que manejan noticias “duras” en continuo desarrollo (locales, nacionales, internacionales, deportes, etc.) serán las últimas que cierren para poder actualizarlas hasta el último momento. Las que contengan noticias “blandas”, que no requieran actualización (entretenimiento, modas, gastronomía, estilo de vida, etc.), pueden cerrarse e imprimirse escalonadamente, en un horario más temprano, para garantizar un aprovechamiento óptimo de las prensas. Al final de la noche, el periódico quedará así completamente impreso en el menor tiempo posible.
Cada una de estas secciones debe contar con lo que se conoce como una mesa de redacción. Es aquí donde los editores procesan la información, en la forma como se describe en este artículo, para enviarla electrónicamente a la sala de composición. Dependiendo del nivel tecnológico que tenga el periódico, allí se realiza el pegado físico de los textos, o la página se procesa electrónicamente si se trabaja con un sistema de paginación directa.
Las informaciones procedentes de las agencias de noticias reciben un tratamiento diferente de las que generan los reporteros. Las notas cablegráficas ya han recibido una edición primaria en agencias cuya credibilidad es aceptada por los diarios que las contratan. La edición en el diario se reduce, pues, a conformar el texto con su estilo propio y a decidir cuánto se va a utilizar del cable. Cuando se publica una noticia de cable, se atribuye la información a la agencia. En el caso de que se cuente con más de un servicio cablegráfico, es ventajoso combinar el material que traiga cada uno de los servicios sobre la misma noticia a fin de contar con una información más completa. En este caso se incluye una línea de atribución colectiva (Servicios cablegráficos combinados, por ejemplo), que abarque todas las agencias. El resto del proceso de titulación y especificaciones electrónicas, etc. es igual que el de la información generada por los reporteros.
No todas las salas de redacción en Estados Unidos tienen una misma estructura. Aunque existen variantes, el curso de la información se canaliza más o menos como se describe aquí. Se diferencia principalmente de las salas de redacción de la mayoría de los periódicos latinoamericanos en que en estos está ausente el concepto de la edición de mesa tal como se conoce y se practica en los diarios norteamericanos. Allí el material se publica tal cual lo escribe el reportero, quien muchas veces también lo codifica (para su procesamiento electrónico) y lo titula.
La era de computadoras en que vivimos ha sido importante para la prensa escrita. El manejo electrónico de la información nos ayuda a avanzar cada día más en nuestra lucha por acortar la brecha entre el hecho noticioso y el momento del cierre. No obstante, el organizar y estructurar el flujo de la información en la sala de redacción siempre tendrá un peso significativo en nuestra operación noticiosa, de modo que podamos ser capaces de entregar a cada lector el mejor paquete de noticias lo más rápidamente posible.
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