viernes, 28 de agosto de 2009

TRABAJO DE CAMPO (ESCENARIO DE COMUNICACIÓN)

Hoy encontré un artículo muy interesante en la sección de cultural de El Espectador, escrito por Angélica Gallón Salazar, titulado: Una sinfónica para hacer la revolución, el cual relata el resurgimiento de la enseñanza de la música en Afganistán a través del Instituto de Música, debido a que ésta fue controlada y casi extinguida de la vida de sus gentes, inicialmente en 1979 con la invasión de Rusia la cual consideraba que “Las canciones atentaban contra la unificación de este gobierno y hacía que viejos y jóvenes recordaran un pasado de Afganistán que no estaba en concordancia con el futuro que tenían los soldados comunistas para este país”, y posteriormente con el control Talibán, quien la consideraba como un vicio que enfermaba el alma de la población, permitiendo únicamente la música religiosa.

Yo no podría concebir el mundo, mi vida, sin música, por eso tiene especial impacto para mí porque considero que es una forma pura de escape y de comunicación que como medio no tiene la necesidad de la palabra, ya tiene la propiedad por si sola de romper fronteras por su carácter íntimo, personal y con un grandísimo poder integrador.

En una sociedad que tiende a la homogenización, arrasando con las diferencias, la música tiene la propiedad de hacer prevalecer culturas y costumbres que ven limitadas sus posibilidades para expresar, aceptar y promover todo aquello que responde a manifestaciones singulares.
Aquí está el link del artículo: http://www.elespectador.com/impreso/cultura/articuloimpreso158304-una-sinfonica-hacer-revolucion

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