Su imagen es conocida por todos. Para la mayoría, su cargo se asocia exclusivamente con la prestación de servicios de Bienestar Universitario, pero lo que pocos saben es que detrás de ésta altísima mujer hay mucho más. Se trata de Claudia Marcela Campuzano Peláez, la Comunicadora de la Facultad Odontología de la Universidad de Antioquia.
Es habitual ver a Claudia corriendo de un lado para otro, coordinando eventos académicos, como maestra de ceremonias en los grados, acompañando a los ‘primíparos’ en su inducción, asistiendo a las reuniones programadas por la Dirección de Bienestar Universitario, entregando el almuerzo que reciben los estudiantes cada día, u organizando alguna cita para sus niñas, porque sí, ella también es mamá.
Sus responsabilidades muchas, pero su cargo según su propia definición es el de “Comunicadora con funciones de bienestar”, debido a que Bienestar Universitario necesita una persona que administre y optimice los lineamientos, para ejecutar las acciones y los programas que adelanta; además, brinda apoyo en actividades de impacto comunicativo organizacional, el cual realiza con gusto porque está convencida que la comunicación sirve para algo más que apagar incendios.
Su trayectoria
Nacida en Maceo, Antioquia, comparte su vida con Alexander González desde hace ya un buen rato, pero su razón de vivir son definitivamente sus “pequeñitas”, como ella las llama, Luisa de 6 años y Catalina de 3. Graduada en 1998 como Comunicadora Social y Periodista de la Universidad de Antioquia, y especializada en Gerencia de la Comunicación en la UPB, se destacó desde la época de estudiante por su compromiso, tenacidad y ganas de hacer las cosas, haciéndose merecedora de becas por ser una buena deportista y trabajar como monitora desde el quinto semestre, en el marco del programa de estímulos académicos de la Vicerrectoría de Docencia, otorgado sólo a quienes obtienen buenos promedios. También laboró en la Rectoría medio tiempo y en el Instituto de Educación Física de la Institución.
“Antes de graduarme, decidí abrir mis alas y hacer la práctica fuera de la U”. Fue así como coordinó en la ONG ambientalista Penca de Sávila, una línea de orientación del Metro, y una vez finalizados los estudios se vinculó a Yaripa, otra ONG, famosa por su festival internacional de cometas. Pero lo que realmente la marcó, fue trabajar para la empresa del sector inmobiliario Lonja de Propiedad Raíz por cerca de 3 años, “Ahí aprendí y sentí lo que es ser una comunicadora, porque tenía la posibilidad de tomar decisiones, y esa es la diferencia que yo veo con las entidades públicas”.
“Me tocaba ser la jefa de capacitación, ocuparme desde lo organizacional de la comunicación interna y externa, me dediqué a trabajar parejo, pero me fui agotando porque todo quedaba en mis manos, y me empecé a sentir con mucha carga”, dice. Adicionalmente, la remuneración no era acorde con sus funciones y capacidades, por eso, decidió alzar nuevamente el vuelo y apostarle otra vez al sector público.
De regreso al Alma Máter
Como el hijo pródigo que vuelve a casa, Claudia tocó otra vez las puertas del sitio que la vio formarse como profesional, y que según ella le ha dado todo, “me ha dado becas, trabajo, mi esposo porque aquí lo conocí, mis hijas…”
Pasó un proceso de selección en la Facultad de Ingeniería donde estuvo tres años, hasta que en septiembre de 2005 llegó a Odontología, su última morada desde entonces. Y aunque reconoce que no ha sido fácil, allí ha visto como la concepción del comunicador ha cambiado poco a poco apunta de acciones concretas, “El espacio físico que ocupa la oficina también tiene relación con la importancia que le dan en la organización”. Es así como le han tocado varios ‘trasteos’ a espacios más amplios y con mejores recursos, a medida que los resultados se han hecho tangibles.
Claudia en su oficina ultimando detalles para el Simposio Internacional
Un trabajo con sentido social
Si bien desempeña múltiples tareas de comunicación, el perfil de su puesto está enfocado a adelantar las iniciativas de Bienestar, por eso no es extraño ver su oficina abarrotada de estudiantes, “Este es el espacio que ellos tienen para pedir, para que les den y para que los escuchen”, añadiendo que “cuando se es mamá todo cambia, y eso me ha dado una perspectiva diferente sobre el estudiante”.
Con un programa que ha logrado otorgar 19 subsidios económicos en convenio con la Alcaldía de Medellín, 54 subsidios de cooperativas de 500.000 pesos semestrales para sostenimiento, 60 tiquetes especiales de transporte y 110 almuerzos, exclusivamente para el estudiantado menos favorecido de los estratos 1, 2 y 3 de la Facultad, la satisfacción es grande. Admite que “sería muy rico estructurar una oficina de bienestar con una secretaria que sería realmente operativo, pero uno trabaja con lo que hay y con lo que le den”.
A sus escasos 33 años, Claudia ha trabajado incesantemente, lo que da cuenta de su carácter y espíritu emprendedor. Se levanta cada día con ganas de ir a trabajar y con una genuina satisfacción asegura “después de todo, mi mayor fortaleza ha sido posicionar la comunicación en el lugar donde me he desempeñado y lograr generar en ese espacio una necesidad”.
2 comentarios:
Carolina, presentas un muy buen ejercicio, el manejo de los párrafos logran atrapar al lector ya que el texto está 'cobijado' por el calor humano con qué se desarrolló el ejercicio; es así como se debe escribir.
la textura discursiva deja entrever el calor humano con que fue realizado el ejercicio; es así como debe concebirse la producción textual.
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