SEGUNDA ANTOLOGÍA DEL CUENTO CORTO COLOMBIANO
Autores: Varios Autores
Guillermo Bustamante Zamudio , Harold Kremer
Editorial: Universidad Pedagógica Nacional
Año de edición: 2007
Reseña: Segunda antología del cuento corto colombiano presenta ciento cuarenta y cinco trabajos nuevos, uno por autor, que amplían todos los espectros: desde 1903 con “Una nota humana” de Alfonso Castro, pese a que los entendidos dicen que el primer minicuento en Colombia es “El gallo”, de Francisco Gómez Escobar, publicado en 1921, o que propiamente se puede hablar del genero a partir del libro "Suenan timbres", de Luís Vidales; publicado en 1926.
El tipo de relatos coleccionados aquí también se nombra como minificción, microcuento, cuento brevísimo, cuento instantáneo, síntesis imaginativa, etc. Pero ¿focalizar la extensión conduce a algo en literatura? En pocas líneas, es verdad, se han hecho hallazgos inolvidables, pero también escombros. Claro que el provecho de acabar de forma rápida con algo de poca calidad es innegable, pero ya no es literario. Lo bueno, si breve, allá él. La economía de lenguaje, una de las características endilgadas al minicuento, es propia desde el haikú hasta una novela en siete tomos que, si busca el tiempo perdido, con seguridad no incluirá cosas que sobren. En la literatura, aunque luce vanidoso, el tímido significante termina rebasado por el significado.
LECTURAS:
ADALBERTO AGUDELIO DUQUE: “El encargo” Nació en Manizales. Es Licenciado en Idiomas Modernos y Literatura de la Universidad de Caldas. Como docente trasegó todo el esquema educativo desde la escuela rural hasta la cátedra universitaria. Publicó su primera novela “Suicidio por reflexión” en 1967. Después de un exilio literario de más de quince años, regresó en 1979 con “Toque de queda” en la antología “Diecisiete cuentos colombianos” de Colcultura. Desde entonces ha merecido importantes galardones en cuento, novela, poesía y ensayo en los Estados Unidos, México, España, Chile y especialmente en Colombia. Premio Nacional de Cuento Colcultura 1994 con el libro “Variaciones” es uno de los escritores más sólidos y disciplinados de Caldas.
FELIPE AGUDELO: “Ángel de closet” Cuentista y poeta nacido en Manizales. Autor del poemario Viento en el árbol, (colección Bambusa Libros 2009). Cursa estudios en la Universidad de Caldas. Director de la Tertulia Uni-Verso y coadministrador de http://www.kadaberexquizito.blogspot.com/
GUSTAVO ARANGO: “Volar”. Nació en Medellín (Colombia) en 1964. Estudió la carrera de Periodismo, obtuvo el título de Comunicador Social-Periodista y ha trabajado en el periódico El Universal de Cartagena de Indias en la década de los noventa, como editor del Suplemento Cultural. En ese tiempo también fue profesor en la Universidad de Cartagena y en la Universidad Jorge Tadeo Lozano del Caribe, también en Cartagena. Desde 1999 reside en U.S.A. y trabaja como profesor de español.
LUIS FELIPE ARDILA ROJAS “El mimo” : Profesor de planta del Departamento de Lenguas e Investigador de la Universidad Pedagógica Nacional.
RODRIGO ARGUELLO GUZMÁN “El demonio” profesor asociado de la Universidad. Tecnológica de Pereira.
OCTAVIO JAVIER BEJARANO “Verdad desnuda” Nació en el Tolima y ha hecho su vida cultural en la ciudad de Cali. Participó activamente en el Taller Literario de la Universidad Libre de Cali, dirigido por Harold Kremer y Leopoldo Berdella de la Espriella en la década del ochenta. Fue finalista en el concurso Latinoamericano "Xaviera Carrera" en Valparaíso, Chile. Su obra figura en revistas literarias y antologías regionales y nacionales. Su libro de poemas aún se encuentra inédito.
GUILLERMO BUSTAMANTE ZAMUDIO “Ventura” Nació en Cali, 1958. Licenciado en Literatura e Idiomas, Magister en Lingüística y Español (1984). Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá. Cofundador y codirector de la revista Ekuóreo de minicuentos. Ganador del premio Jorge Isaacs 2002, con el libro Convicciones y otras debilidades mentales.
ANDRÉS CAICEDO (Cali, 1951 - Cali, 1977). Su obra es considerada como una de las más originales de la literatura colombiana. Lideró diferentes movimientos culturales como el grupo literario los Dialogantes, el Cineclub de Cali y la revista Ojo al Cine. En 1970 ganó el I Concurso Literario de Cuento de Caracas con su obra "Los dientes de caperucita", lo que le abriría las puertas a un reconocimiento intelectual. En su obra ¡Que viva la música! (publicada por Colcultura días después de su suicidio) asegura que vivir más de 25 años era una vergüenza. Contrario a la escuela del realismo mágico, se inspira en la realidad social.

“Destinitos fatales 2”
Un empleado público se monta a las 2 del día en su bus de todos los días, paga, registra, y para su satisfacción queda un puesto por allá , se dirige al asiento vacío sin ver a nadie conocido, pero para qué conocidos a esta hora y con este calor, así que el empleado público en lo único que piensa es en el almuerzo que su mamá le tiene cuando llegue a casa en la siestesita de 5 minutos, en el sueñito que sueñe, y por pensar en eso ni se ha dado cuenta que este bus en el que se ha montado no para cada 4 cuadras ni para en ninguna parte, y cuando cae en la cuenta el hombrecito lo que hace es apretar las manos que le sudan pero nada más ,o tal vez voltear a mirar a los pasajeros, todos hombres, una mujer en la última banca vestida de negro, todos de piel oscura y por que ser que todos están así de flacos y por que a todos se les ve el hambre en la cara, por que, sobre todo el chofer cuando voltea la cara y lo mira a él. Y da la señal. Entonces el bus para y todos se le van encima, y cuando al hombrecito le arrancan el primer pedazo de mejilla piensa en lo que dirán sus compañeros de oficina cuando salga mañana en el periódico. Pero mañana no va a salir nada en el periódico.
LORENA CAICEDO “Equivocación”
OSCAR CASTRO GARCÍA “Mañana” Poeta, cuentista y crítico de origen colombiano, radicado desde 1983 en Costa Rica. Profesor en la Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional de Costa Rica.
ÁLVARO CEPEDA SAMUDIO: Escritor y periodista costeño (Ciénaga, Magdalena, marzo 30 de 1926 - Nueva York, octubre 12 de 1972). Cuentista y novelista, hizo los estudios secundarios en el Colegio Americano de Barranquilla, y en 1949 viajó a Estados Unidos a estudiar periodismo en la Universidad de Columbia, en Nueva York. En 1951 regresó a Barranquilla, y trabajó como corresponsal de The Sporting News. En 1955 se casó con Teresita Manotas. Como periodista y gran apasionado de los deportes, cubrió eventos deportivos para el periódico El Nacional; en 1951 tuvo una columna en la página editorial de El Heraldo, titulada "La brújula de la cultura"; y fue director del Diario del Caribe. Participó, como guionista y actor, en el cortometraje La langosta azul, al igual que en otras películas cortas y en un noticiero de cine, y organizó el Cine Club de Barranquilla. Hablar de Cepeda periodista equivale a hablar de él como intelectual y artista. Quería estar al tanto de todo y lo quería dar a conocer todo. Precozmente había visto la necesidad de buscar, acoger y aclimatar valores nuevos y universales, tanto en las formas como en los temas, y de ello da fe su narrativa de ficción de esa primera época. Para Cepeda, en materia de arte y cultura, lo primordial era que circulara la información libremente. En la producción de la primera etapa periodística de Cepeda, se advierte cómo va definiendo los rasgos de lo que sería su periodismo. Sus dos primeros textos conocidos son: "Una calle", descripción-relato y "El periodismo como función educacional", ensayo-polémica-manifiesto, aparecidos en El Nacional de Barranquilla. Su primera columna publicada en El Nacional fue la titulada "En el margen de la ruta". Cepeda Samudio perteneció al Grupo de Barranquilla, tertulia de intelectuales de la que formaban parte Gabriel García Márquez, Alfonso Fuenmayor, Germán Vargas, Ramón Vinyes y José Félix Fuenmayor, entre otros; publicó varios cuentos en la revista del grupo, llamada Crónica. Su novela La casa grande, su obra narrativa más importante, fue el último libro publicado por Ediciones Mito. Acerca de La casa grande, García Márquez dijo: Novela basada en la matanza de los peones bananeros en huelga, realmente efectuada por un comando del ejército en 1928, La casa grande no exhibe muertos, y el único soldado que recuerda haber matado a alguien "no tiene el uniforme empapado de sangre sino de mierda [... ]". Esta manera de escribir la historia, por arbitraria que pueda parecer a los historiadores, es una espléndida lección de transmutación poética. Sin escamotear la realidad [...] nos ha entregado su esencia mítica, lo que quedó para siempre más allá de la moral y la justicia y la memoria efímera de los hombres. Sobre su cuento más conocido, "Todos estábamos a la espera" (Barranquilla, 1954), el crítico Eduardo Pachón Padilla dijo: Posee recursos tomados de la imaginación, estilo pulcro, nítido y mesurado. Todos los asuntos son examinados por un único aspecto: el individuo sumergido en el vórtice de la multitud�. En su afán renovador, Cepeda incorporó a la narrativa, técnicas periodísticas norteamericanas. [Ver tomo 4, Literatura, pp. 289-290; y tomo 5, Cultura, pp. 239240].
“Esta es la triste historia”
Ésta es la triste historia del esposo que se emborrachaba todas las noches porque tenía una esposa fea que a su vez tomaba Ron Blanco todo el día porque su triste historia consistía en que su marido era feo. Así vivieron felices hasta la eternidad.
PEDRO CHANG BARRERO “El arca”

OCTAVIO ESCOBAR GIRALDO “Infestación” . Nació en Manizales, Colombia, en 1962. Es profesor de Literatura en la Universidad de Caldas. En 1995 publicó las novelas Saide (Premio Crónica Negra Colombiana) y El último diario de Tony Flowers; en 2003 El álbum de Mónica Pont (ganadora de la VIII Bienal Nacional de Novela José Eustasio Rivera); y este mismo año, hace tan sólo unos meses, 1851. Folletín de Cabo Roto, que le ha convertido en uno de los autores más populares del momento en el país.
LUIS FAYAD “Ajedrez infinito”. Nació en Bogotá en 1945. Ha publicado las novelas: Los parientes de Ester (1978), Compañeros de viaje (1991), La caída de los puntos cardinales (2000). Dentro del género del cuento: Los sonidos del fuego (1968), Olor de lluvia (1974), Una lección de la vida (1984), La carta del futuro (1993), El regreso de los ecos (1993), y Un espejo después (1995).
JOSÉ LUÍS GARCÍA GONZÁLEZ “Sin título”
JOSÉ RAÚL RESTREPO JARAMILLO “Reinado”. Armenia (Quindío) 1944. Abogado, miembro del consejo de redacción de la revista Rampa, confundador de la Universidad Autónoma Latinoamericana, institución en la cual desempeñó el cargo de Vicerrector. Reside en Medellín desde 1965. Su escritura hace del humor y la ironía eficaces elementos de expresión y profundidad conceptual. Es reconocido por la contundencia de sus textos breves.
ALEJANDRO JOSÉ LÓPEZ CÁCERES “Desafío”. Profesor Asociado de la Universidad del Valle
ORLANDO LÓPEZ VALENCIA “Catársis”. Nació en Cali, Colombia, en 1956. Poeta y narrador, realizó estudios de Artes Plásticas. Publicaciones: Yurupary, 1979; Párrafos de piel, 1989; Amigamos, 1992; La pared del frente, 1996; La vestidura del aire, 1998; Del mal amor, 1999 y Gracias al mal tiempo, 2000. En 2005 recibió el Premio Nacional de cuento Jorge Gaitán Durán con el libro Cuentos al óleo.
"UNA MESA ES UNA MESA", cuento de Peter Bichsel
Quiero contarles la historia de un hombre ya viejito, a quien no se le escucha hablar, y cuyo rostro denota mucho cansancio, tanto que no es capaz ni de reírse ni de enojarse. Vive en una ciudad peque¬ña, al final de la calle, justamente en el cruce de las carreteras. Apenas si resulta interesante descri¬birlo, porque es un hombre semejante al resto. Usa un sombrero gris, una chaqueta gris, pantalones del mismo color y en invierno un sobretodo gris, y tiene un cuello tan delgado y huesudo que todas las camisas le quedan demasiado grandes.
Su cuarto está en la parte alta de una casa; quizá haya estado casado, haya tenido niños y es probable que alguna vez residiera en otra ciudad. Sin duda, en algún momento de la vida ha sido niño, pero eso fue cuando a los chicos se los vestía como a personas adultas. Si miran ustedes en el álbum de fotografías de sus abuelitas van a poder comprobar que esto es cierto. Tiene en su cuarto dos sillas, una mesa, una alfombra, una cama y un armario. Sobre una mesita ha ubicado un reloj despertador, unos periódicos viejos y el álbum de fotografías, y colgados de la pared hay un espejo y un cuadro.
Resulta que este viejito tenía por costumbre hacer un paseo por la mañana y otro por la tarde, hablaba unas pocas palabras con sus vecinos y al lle¬gar la noche se sentaba a la mesa, en su habitación.
Su vida transcurría siempre igual, también los días domingo. Sentado a la mesa, lo único audible era el sonido del reloj, tictac, siempre el reloj con su tictac. Entonces hubo un día, un día muy especial, radiante de sol, ni demasiado caluroso ni tampoco muy frío, en que los pájaros cantaban, la gente son¬reía y los chicos jugaban, y ese fue un día muy espe¬cial porque el hombrecito sintió por vez primera que disfrutaba de todo aquello que veía.
Y sonrió.
"De ahora en adelante, todo será diferente", pensó para sí.
Se desabrochó el botón superior de la camisa, se quitó el sombrero, apuró el paso flexionando levemente las rodillas mientras caminaba, y se sintió in¬mensamente feliz. Cuando estuvo cerca de su casa, saludó a los niños, subió las escaleras hasta su habitación, sacó las llaves del bolsillo sonriendo por el tintineo que hacían, y abrió la puerta del cuarto.
Pero allí nada había variado: la cama, las dos sillas, la mesa. Y cuando al sentarse volvió a escu-char el tictac del reloj, toda su alegría repentina se esfumó, pues todo estaba como antes.
Y realmente se enfadó. Al observarse en el es¬pejo vio su cara tornarse roja de furia, los ojos achi¬cársele, y apretando los puños los levantó descar¬gando un mazazo sobre la mesa. Primero fue una vez, otra y, a continuación, sin cesar de gritar, la me¬sa se transformó en una suerte de tambor por los golpes.
—¡Esto ha de cambiar! ¡Tiene que cambiar! —y sus gritos ahogaron momentáneamente el tictac del reloj.
Pero las manos comenzaron a dolerle, la voz se le debilitó y el ruido del reloj volvió a resonar: nada había cambiado.
—Todavía está la misma mesa, las mismas sillas, la misma cama, el mismo cuadro —dijo el viejo—. Y las llamo por sus nombres: la mesa es la mesa, el cuadro es el cuadro, y la cama es lo que se denomina una cama, así como una silla es una silla. Pero, ¿por qué? Para los franceses la cama es "li", la mesa es "tabl", un cuadro es un "tabló" y las sillas son "ches" y, sin embargo ellos se entienden perfectamente. Y también los chicos se entienden en¬tre sí.
"¿Por qué entonces no se llama cuadro a la cama?", pensó de repente y se sonrió; luego se rió, tanto, tanto que sus vecinos le golpearon la pared gritándole "¡Silencio!".
—Bueno, de ahora en adelante todo cambiará —gri¬tó, y desde ese momento comenzó a denominar cua¬dro a la cama.
—Estoy cansado, me parece que me voy al cuadro —dijo. Y ahora por las mañanas se quedaba a menudo un largo rato tendido en el cuadro, y pen¬saba cómo iba a llamar a la silla, y finalmente deci¬dió que silla iba a ser "reloj".
De modo que se levantó, se vistió, se sentó en el reloj y apoyó sus codos en la mesa. Sólo que ahora la mesa ya no era más una mesa, pues la ha¬bía nombrado "alfombra". O sea que a la mañana saltaba del cuadro, se sentaba en el reloj y se apoyaba en la alfombra, pensando intensamente qué nombre daría a las demás cosas que lo rodeaban.
La cama ahora se llamaba Cuadro.
La silla era un Reloj.
La mesa, una Alfombra.
El periódico era ahora la Cama.
El espejo, una Silla.
El reloj, el Álbum de Fotografías.
El armario era el Periódico.
El cuadro era una Mesa.
Y el álbum era un Espejo.
Así ocurrió que por la mañana se quedaba lar¬go rato en el cuadro; a la una del mediodía sonaba el álbum, el viejito se levantaba y se paraba sobre el armario para que no se le enfriaran los pies, luego tomaba las ropas del interior del periódico, se vestía, se miraba en la silla colgada de la pared, se sentaba luego sobre el reloj en la alfombra, y daba vueltas a las hojas del espejo, hasta que encontraba la mesa de su madre.
Quizás a ustedes les resulte muy cómico. Tam¬bién a él le parecía así y por este motivo practicaba su nuevo vocabulario el día entero, para recordar muy bien las nuevas palabras que había estado aprendiendo. Ya en este momento todo tenía un nombre nuevo, él no era más un hombre sino que era un pie, y los pies eran una mañana y la mañana era un hombre.
Si a ustedes les agrada la idea del viejito, pue¬den escribir el resto de esta historia por sí mismos. Y lo pueden hacer tal cual él lo hizo, intercambian¬do las demás palabras entre sí.
Sonar significa poner.
Congelar significa mirar.
Acostarse significa sonar.
Levantarse significa congelar.
Ponerse la ropa significa dar vuelta las páginas.
O sea que ahora habría que leer así:
"En el hombre el viejo pie se quedaba sonando en el cuadro por largo rato, a las nueve horas el álbum estaba acostado, el pie se congelaba y daba vuelta las hojas del armario, para no poder ver las mañanas".
El viejito se había comprado unos cuadernos azules, completándolos con las nuevas palabras, y estaba tan ocupado con la tarea, que ya casi la gen¬te se había olvidado de su existencia.
Una vez que hubo aprendido los nuevos nom¬bres, se olvidó de los verdaderos nombres de las cosas. Ahora tenía un nuevo lenguaje que solamente él conocía; de cuando en cuando también soñaba en palabras de este nuevo idioma, y después de haber traducido todas las canciones infantiles que recorda¬ba, las cantaba suavemente para sí mismo.
Pero pronto se le hizo difícil incluso traducir; como casi se había olvidado de la lengua original, se veía obligado a consultar el cuaderno de ejercicios en busca de las palabras correctas.
Y comenzó a tener miedo de hablar con la gente. Debía dedicar largo tiempo a recordar los nombres reales de las cosas.
La gente llamaba cama a su cuadro.
Y su alfombra era una mesa.
Y el reloj era una silla.
Y su cama, un periódico.
Y su silla, un espejo.
Y su álbum, un reloj.
Y su armario, una alfombra.
Y su mesa, un cuadro.
Y su espejo, un álbum.
Y había llegado a un extremo tal que al escuchar la charla de la gente tenía que reírse.
Y se reía simplemente porque la gente decía: "¿Vas a ir a presenciar el partido de fútbol maña-na?" O: "Ha estado lloviendo durante dos meses". O: "Tengo un tío en Norteamérica".
Se tenía que reír porque no entendía nada de lo que hablaban.
Pero esta no es una historia alegre.
Tuvo un comienzo triste y también un final triste.
El hombre viejito de chaqueta gris ya no podía en¬tender a la gente que lo rodeaba, pero eso no era lo más grave. Mucho peor era que los demás ya no lo comprendían a él. Y esa fue la razón por la que nunca más habló.
Quedó mudo, hablando sólo para sí, y jamás pudo volver a decir siquiera "hola".
TEORÍA LITERARIA “DEFINICIONES Y DISTINCIONES”
I. LA LITERATURA Y LOS ESTUDIOS LITERARIOS
• La literatura es creadora, constituye un arte, los estudios literarios es una especie de saber o de erudición.
• La investigacion literaria tiene sus métodos válidos, que no siempre son los de las ciencias naturales, ´pero que, no obstante, son intelectuales. Sólo una concepción muy angosta de la verdad puede desterrar del reino del saber las conquistas de las humanidades.
• Todas las palabras de toda obra de arte literaria son, por su misma naturaleza, “generalidades” y no particularidades.
• Toda obra literaria es general y es particular, o mejor quizá, es tanto individual como general.
• Toda obra literaria, como todo ser humano, tiene sus características individuales; pero también comparte propiedades comunes con otras obras de arte.
• La crítica literaria y la historia literaria intentan caracterizar la individualidad de una obra, de un autor, de una época o de una literatura nacional, pero esta caracterizacion sólo puede lograrse e términos universales, sobre la base de una teoría literaria.
GLOSARIO
• Fútiles: Insignificantes, triviales.
REFLEXIÓN
Nunca imaginé que pocas líneas podían constituirse como cuentos, pero la verdad es que cada una de estos cuentos develan historias cotidianas, triviales, sarcásticas o profundas que invitan a la reflexión. Seguramente cada uno de los autores saben muy bien que es lo que hay detrás de cada una de sus historias, pero lo que me parece maravilloso es que el lector puede reconfigurar el mensaje otorgado e interpretarlo como propia, dándole un nuevo significado.
CIBERGRAFÍA
http://cuentobreve.blogspot.com
http://www.festivaldepoesiademedellin.org/pub.php/es/Revista/ultimas_ediciones/74_75/lopez.html
http://www.reddebibliotecas.org.co/sites/Bibliotecas/News/Paginas/Henry%20Gonz%C3%A1lez.aspx
http://www.taringa.net/posts/arte/1592375/Andres-Caicedo---algunas-obras.html
http://leereluniverso.blogspot.com/2009/09/lectura-una-mesa-es-una-mkesa-cuento-de.html
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