
Se despierta abruptamente a medianoche y aún confusa, no sabe bien si lo que vio fue producto de un mal sueño o simplemente una ilusión propia de la traicionera imaginación, especialmente porque la fiebre que la aqueja hace dos días todavía no cesa. Tiene la garganta seca, se apresura a buscar un vaso de agua en su mesa de noche pero recuerda que olvidó servirlo antes de acostarse, cruza el corredor en dirección de la cocina pero al hacerlo observa unas sombras que se mueven vertiginosamente en el balcón, echa un vistazo y descubre que no es nadie que la acecha, simplemente es el reflejo de las ramas de los árboles que se mueven danzando al ritmo del viento.
Parada ahí, aprovecha para tomar algo de aire, tiene la certeza que no podrá conciliar el sueño rápidamente ya que aunque su cuerpo está exhausto, su mente aún está activa y como ya se ha vuelto habitual- con ésta serían ya cinco noches seguidas - empiezan las listas mentales de lo que debe hacer al día siguiente. La noche es larga y silenciosa, los minutos, las horas, avanzan lentamente; se inicia la angustia mientras la mañana se acerca; sabe que no puede hacer mucho, que en realidad no puede hacer nada, simplemente esperar, esperar a que la venza el cansancio.
Comienzan a asomarse los primeros rayos de sol por entre las nubes, es la hora del alba; ya no habrá más sombras, ni oscuridad, ni silencio; las ideas son cada vez menos claras, se acerca la hora, lo que esperaba desde hace tanto; sus ojos finalmente comienzan a cerrarse, ya no hay marcha atrás, por fin ha llegado el momento, por fin descansará.
2 comentarios:
Buen texto, Carolina que tal si experimentas con la escritura en tres bloques... ¿otra manera de contar?
E. Adriana Arroyave S
Profe ya sinteticé el texto a 3 bloques.
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