Son cerca de las 8 de la mañana de un día de agosto, es un día claro sin rastro de nubes en el cielo, buen presagio de que será un día caliente y soleado, tal y como le gusta a Jorge Hernán Arango Restrepo.
Sin ningún afán aparente, se levanta para comenzar su rutina diaria, o por lo menos la que ha sido desde hace casi un año y medio, cuando finalmente vio cumplido su sueño más deseado, y el de muchos cuantos: adquirió su jubilación.
Con calma espera a que su café se prepare lentamente hasta que adquiera ese toque especial que tanto le gusta; ojea rápidamente el periódico para enterarse de las últimas noticias y con el café ya en su mano, se sienta al frente del televisor para sintonizar fox sport.
De 1.65 de estatura, piel blanca y ojos cafés, quien por más de 25 años trabajó en el sector público, está pronto a cumplir los 62 años, y con un poco de vergüenza admite que “Me sentí muy desubicado, ya que no es fácil pasar de estar todo el tiempo en función del trabajo y de un momento a otro no…”, “Uno trabaja toda una vida esperando este momento, pero cuando finalmente llega, ya uno no sabe que hacer con él”.
Y es que este tipo de desasosiego es un síntoma muy común entre quienes se jubilan o se pensionan, ya que pese alcanzar una seguridad económica y más tranquilidad frente a la vida, comienzan a sentir el fantasma de la vejez y con ésta la enfermedad.
Por tal razón, Jorge buscó “atajar” rápidamente el problema, y se inscribió en la asociación de jubilados de su empresa, la cual realiza distintos programas de recreación e integración, es así como aprovecha para reencontrase con compañeros y amigos al menos una vez por semana y el resto de su tiempo lo pasa haciendo “las vueltas que nunca faltan”, caminando, leyendo o jugando solitario en el computador de su casa.
Jorge Hernán decidió decirle sí a la vida después de la jubilación, y ese entusiasmo que lo invade, está dispuesto a compartirlo con quienes más lo necesitan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario