martes, 1 de septiembre de 2009

CUENTO FICCIONADO: LA GALLINA DEGOLLADA

Basado en la versión original de Horacio Quiroga
Durante todo el día, con la miraba perdida en un vacío silencioso y sin realizar movimiento alguno, así permanecían los 4 hijos retardados del matrimonio Mazzini-Ferraz.

Inmóviles como una roca, su tiempo transcurría día tras día en el patio arenoso de su casa hasta que el sol se ocultaba, y era en ese preciso momento cuando de cuando en cuando, un soplo de vida los invadía y los sacaba de su eterno letargo. Dueños de un aspecto sucio y descuidado, sus edades oscilaban entre los 8 y 12 años. Pero mucho antes de convertirse en entes ambulantes, fueron el gozo de sus padres: Mazzini y Berta.
Con la llegada de su primer hijo, su mundo se llenó de felicidad absoluta, pero 14 meses después esta alegría se convertiría en pena, y lo mismo pasó con el segundo, tercer y cuarto hijo sucesivamente. Era como si el destino se ensañara con esta familia, que los único que ansiaba era una familia fuerte y sana.
No tardaron las fricciones entre la joven pareja, culpándose mutuamente del desorden genético de sus hijos, pero cada riña desencadenaba una reconciliación apasionada, y sus esperanzas por tener un nuevo hijo saludable renacían una vez más.
Fue así como nació una bella niña, llamada Bertica, quien se convirtió en la luz de los ojos de sus padres y el objeto de toda la atención. Pronto los hijos sin alma fueron eclipsados por su pequeña hermana, y quedaron por completo a merced de una sirvienta que los cuidaba.
Cumplidos los cuatro años, Bertica se indigestó con los dulces de su cumpleaños, y sus padres desconcertados temían lo peor por la salud de su pequeña, pero pasado el susto, decidieron dar un paseo para celebrar el nuevo día.
Antes de salir, Berta le ordena a la sirvienta que matara una gallina para la cena, dándole las instrucciones pertinentes para que degollara al animal desangrándolo lentamente. Por su parte, los 4 retardados salen de su letargo y observan el procedimiento usado con la gallina detenidamente, hasta que finalmente retornan a su fiel banca, después de ser sorprendidos en la cocina y ser sacados del lugar.
Finalizando su paseo y acercándose a la casa, Bertica se separa de sus padres por un instante, e intenta trepar el muro por el cual el sol se desliza en su trayecto final, al mismo tiempo, sus hermanos la observan impasibles pero inexplicablemente se levantan con un ímpetu nunca antes visto, toman a su hermana a la fuerza y la llevan arrastrada hacia la cocina, mientras ésta grita inútilmente con todas sus fuerzas porque nadie la escucha.
Mazzini, nota con extrañeza la ausencia de su pequeña, y con una corazonada sale a buscarla apresuradamente; cruza el patio, llega a la cocina, pero sus ojos no pueden dar crédito de lo que están viendo. En esas, Berta que lo sigue de cerca le pregunta por su niña, y éste la contiene impidiéndole entrar. Berta solo alcanza a observar de lejos un río de sangre, y con un sollozo entre sus labios se echa a llorar.

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